Telefónica
tendrá que poner barbas en remojo
Murdoch: tiburón
de telecomunicaciones ingresa a Latinoamérica
por Gema Castellano
¡Un verdadero
tiburón! Rupert Murdoch, - magnate de las telecomunicaciones y eterno
socio de Emilio Azcárraga, (Televisa) hasta la muerte de este último-,
separado de Anna Murdoch desde la primavera de 1998, quien continúa
en el consejo de administración de News Corporation, ha irrumpido
en Europa y Latinoamérica con una fuerza de la que deberemos dar
cuenta. Veamos.
Intentar comprender,
-desde el punto de vista del ciudadano de a pie-, la situación de
las telecomunicaciones a nivel mundial y como todo este mare magnum puede
afectar a nuestras vidas, o incluso poner en peligro nuestras libertades
más elementales así como nuestro futuro, es prácticamente
imposible.
Y es que la necesidad
del control sobre el gran negocio del nuevo milenio, -demasiadas veces
incomprensible incluso para sus artífices, debido a la complejidad
de los sistemas y la rapidez con la que avanza la tecnología, premisas
que habitualmente les obliga a ejercer de gurúes-, y la relación
directa que éste tiene con la posible manipulación del ciudadano,
hacen que demasiados intereses entren en juego. Y así, capital,
grupos políticos con ansias de poder y otros no políticos
con supuesta licencia divina para decirnos como debemos vivir, se interconectan,
pactan y se comprometen tejiendo una telaraña tan compleja y tupida,
que incluso ellos mismos quedan atrapados, -a veces-, arriesgándose
incluso a perder la dignidad y credibilidad personal, que al fin y al cabo,
es lo único que puede reconfortar al ser humano.
En cualquier caso,
1997 fue un año definitivo para la creación de un panel estratégico
comunicativo que controlaría la entrada en el nuevo siglo, y los
grandes comenzaron una guerra sin cuartel que, curiosamente, se centró
en Latinoamérica, -evidentemente por la virginidad de su mercado-,
y en la que las bajas, -como en cualquier guerra-, se produjeron en su
mayoría entre los civiles, en este caso usuarios.
Argentina se convirtió
en ese año en el gran frente de batalla, -tanto por su potencial
telecomunicativo emisor como receptor-, y debido a que todos los grupos
inversores están relacionados entre sí de alguna manera,
la absurda tendencia a la concentración era tan clara en ese período
de transición que atravesaban las telecomunicaciones, que dio lugar
a finales de ese año a otra tendencia de definición más
lógica.
Hubo quien se retiró
tras vender al mejor postor, -históricos como Liberman y Eurnekian,
fundadores respectivamente de VCC y Cablevisión-. Estaban los que
habían comprado sólo para después revender, -grupos
norteamericanos como Mandeville o United International Holdings (UIH),
que revendieron a grupos más grandes una buena cantidad de operadores
independientes que habían absorbido, con un sobreprecio considerable-,
y se quedaron los verdaderamente interesados, al menos hasta la liberalización
en el 2000; Grupo Clarín, Grupo Uno S.A. y CEI con su habitual
socio Telefónica de España S.A. (TISA).
A finales de 1997
el máximo ejecutivo de TCI, -Fred Vierra -, declaraba al diario
La Nación: hoy la telefonía básica, la televisión
por cable y la programación son negocios diferentes, pero en los
próximos diez años esa distinción desaparecerá.
La telefonía ofrecerá transmisión de datos, videoteléfono,
acceso a Internet, televisión y programas.
No cabe la menor
duda de que Villalonga, -inexperto donde los haya e incompetente aprendiz
de magnate con enorme carencia de carisma-, debió aprenderse bien
esta lección; a juzgar por la meteórica carrera acaparadora
de medios, que ya inició en su día tanto aquí como
en el otro lado del Atlántico. Y no cabe duda tampoco de que no
está dispuesto a facilitar el acceso económico del ciudadano
a estos medios, si eso le supone el hecho de dejar de ganar un dólar,
que iría destinado a cuanta fusión, adquisición o
participación pueda calmar su irracional ansia de control y poder.
¡Al contrario!. El cliente se convierte en esa base de la pirámide,
de donde debe salir todo el esfuerzo que contribuya a satisfacer sus planes
de monopolio sobre la comunicación.
Así pues,
el monopolio sobre las llamadas metropolitanas, los presuntos abusos y
fraudes sobre ellas, el cobro de las llamadas fallidas o incluso la facturación
de llamadas que no se realizan en telefonía fija tanto aquí
como en Latinoamérica, y los abusivos precios de un servicio de
Infovía Plus que no funciona, no son más que una manera de
conseguir las divisas necesarias para competir o aliarse, -según
convenga-, con poderosos magnates poseedores del don de la especulación
y visión de negocio, con quienes jamás podrá competir
en inteligencia, experiencia o preparación. ¡Algo que deberían
tener muy en cuenta los inversores de Telefónica!.
Aznar no conocía
bien a su amigo de la infancia; y colocándolo al frente del negocio
de las telecomunicaciones en España con el fin de controlar lo a
veces incontrolable, chocó con su prepotencia, -defecto o virtud
según sople el viento-, que no tardará en llevarle por el
camino de la perdición. (Recordemos su fracaso en la gestión
de la tv digital- negocio que aceptó para seguir taponeando el cable-,
que jamás ha admitido).
Tras Argentina vino
Brasil, y anteriormente Perú y Chile, -países estos dos últimos
que más sirven al monopolio para atraer las ayudas del Fondo Monetario
Internacional, que para hacer negocio-, y que bien podrían no aguantar
las presiones y pretensiones de Telefónica previstas hasta
el año 2000, sobre todo después de su entrada en una crisis
que aquí se niega y allá está provocando estragos.
Pero alguien más
acaba de entrar en el juego. Lo ha hecho con repoker de ases, -con alguno
seguro bajo la manga -, y en Europa; donde sí que hay mercado, nivel
adquisitivo y monopolios desprestigiados y obsoletos.
¡Un verdadero
tiburón! Rupert Murdoch, - magnate de las telecomunicaciones y eterno
socio de Emilio Azcárraga, (Televisa) hasta la muerte de este último-,
separado de Anna Murdoch desde la primavera de 1998, quien continúa
en el consejo de administración de News Corporation, ha irrumpido
en Europa con una fuerza de la que deberemos dar cuenta.
El Sky International
Satellite Broadcast Center, ubicado en Miami Lakes, compite duramente con
DirecTV por la prestación de servicios en Latinoamérica,
de TV vía satélite directa al hogar. Puede transmitir 250
canales de audio y video,-soportados por 450 mil metros de cable que conectan
toda la infraestructura, 500 monitores de TV y 2000 kw de energía-,
que llegan a las pantallas de sus suscriptores latinos sin ningún
problema.
El plan TDH (transmisión
por aire) de este estratega de los negocios no acaba ahí. Controlada
Latinoamérica se ha venido a Europa; y tras reservar la segunda
posición orbital del satélite Astra 2, alquilando 14 transportadores
del mismo, ha decidido asegurarse el éxito destinándolos
a su paquete digital británico, aprovechando el favor que le debe
Tony Blair, por el apoyo tanto económico como mediático que
le proporcionó con el fin de que ganara las elecciones.
Ni que decir tiene
el interés de Murdoch en ofrecer Internet vía satélite,
-inquietud largamente comentada por los directivos de Sky Entertainement
Services-, cuya velocidad sería 2000 veces mayor que a través
del módem telefónico, y con el aliciente de que el abonado
podría bajar programación del satélite y verla cuando
quisiera.
Por el momento el
magnate se conforma con comprar el equipo de fútbol inglés
Manchester United,-pendiente de autorización por el gobierno inglés-.
Pero es evidente que su incursión no terminará ahí.
Los rumores de una
posible alianza entre Murdoch y Canal Plus son más que puros comentarios
de mentidero, y debido a que Telepiu tiene los derechos de retransmisión
del campeonato italiano de fútbol y BSKyB, -propiedad de Murdoch-,
tiene acuerdos similares en Inglaterra, el golpe de efecto sería
espectacular.
Ya en un artículo
anterior que dediqué a Televisa, hacíamos alusión
al supuesto compromiso de Aznar con Azcárraga, precisamente por
los mismos motivos por los que Blair estaría en deuda con Murdoch.
Coloquémonos
en una coyuntura comprometida por un momento.
¿Podría
ser que el magnate hubiera heredado de su socio y amigo, el derecho al
favor que el difunto Azcárraga no se pudo cobrar?. En este supuesto
caso ¿cuánto tardará Murdoch en aterrizar en España
tras sus visitas a Italia e Inglaterra?. Tecnología le sobra, -el
Astra 2 A se podrá recibir en España con parabólicas
de 50cm-, así como capital para invertir e inteligencia de
gestión.
Muchos cabos deberá
apuntalar Telefónica y muy poco ha cuidado lo que en este supuesto
caso podría salvarla. La fidelidad de sus clientes.
Y es que hay veces
que ni la prepotencia ni la imposición por la fuerza funcionan,
aunque el apoyo gubernamental esté asegurado. Los gobiernos también
se venden al mejor postor, y la infidelidad está servida aunque
los tratos se hayan realizado entre amigos de la infancia.
Nada está
dicho en materia de telecomunicaciones, -imagino que la perspectiva de
la lejanía en el tiempo nos hará recordar esta época
como tiempos de incertidumbre-, pero intentemos que el que se lleve el
gato al agua, lo haga , -al menos-, bajo el lema del respeto al cliente
y la defensa de las libertades del ciudadano. |