¡Tarifa
plana ya y una red libre!
por Gema Castellano
¡Y ha ocurrido
lo que muchos temíamos! Siempre he hecho especial mención
a la despreocupación de Telefónica por Internet. El que más
y el que menos en este país, sabe ya que el monopolio había
previsto Internet casi exclusivamente para las grandes empresas. En aquel
momento la red ya había calado muy hondo en las vidas de un sector
muy importante de la sociedad, que Villalonga califico en su día
como masa de chateadores y personas que arriesgan su dinero en Internet.
¡Se equivocó! Y lo hizo de la misma manera que Bill Gates
lo hizo en 1995 cuando al lanzar el Windows 95 no supo valorar la importancia
de Internet y Nestcape se le echó encima.
No voy a hacer una
comparación entre Gates y Villalonga porque,
evidentemente, es
un insulto para el primero. Pero tienen en común el hecho de haber
infravalorado el poder intrínseco de la red en un momento determinado.
Cuando Villalonga
habla de personas que arriesgan su dinero en la red,
posiblemente, y sin
miedo a equivocarme, se refiere a esas pymes a las que ahora promete el
oro y el moro y que –de repente- se han convertido en diana para sus especulaciones
y han suscitado en él un interés súbito y más
que sospechoso, con el macabro fin de terminar de un plumazo con los ISP´s
y monopolizar también este sector.
Muchas veces cuando
una escribe le da la sensación de que da ideas, y me
temo, que es lo que
hemos hecho. Hemos despertado a Telefónica de su letargo y le hemos
hecho ver la realidad.
El futuro del desarrollo
económico y social está en Internet, y por eso
ellos deben, se sienten
en la obligación, de controlarlo. La prisa que le ha
entrado a Telefónica
por el control de la red, a través de la manipulación
de sus usuarios, seguramente
le hará cometer errores importantes.
Mientras las grandes
empresas son núcleos estabilistas donde los cambios son casi siempre
admitidos con recelo y aceptados por fuerza mayor, las pymes –pequeñas
y medianas empresas- son entes vanguardistas donde los cambios y las mejoras
son fundamentales para su desarrollo. Y la tecnología, fundamental
para su competitibilidad.
Telefónica
ha entendido esto ahora. Precisamente ahora. Pero lo ha entendido mal.
Ha entendido que debe dominar la mediana y pequeña empresa, no que
debe participar en su desarrollo ofreciéndoles lo que es de ley.
Es decir, la tarifa plana que permita a estas empresas tener clientes conectados
y susceptibles de crearse el hábito de comprar vía Internet
y una conexión asequible para ellas mismas.
Ya en mi artículo
sobre el comercio electrónico dije con claridad, que
mientras las grandes
empresas realizaban reunión tras reunión especulando sobre
la viabilidad del comercio en la red, pequeñas y medianas empresas
ya estaban aprovechando este medio para su expansión e incluso algunas
vendían más en el extranjero que aquí en España.
No es raro debido al status tercermundista al que Telefónica está
llevando a este país.
En un ataque de afán
conquistador sin medida, Telefónica -y por eso he
dicho antes que cometería
errores-, piensa poner en funcionamiento, a golpe de talonario para no
perder su estilo, un macro portal que ,
hipotéticamente,
servirá de centro emisor de información y servicios para
las empresas denominado descubridor.com. Evidentemente, este macro portal
excluirá a todas las webs, buscadores, servicios etc, que
han secundado las huelgas y que no comulgan con su filosofía monopolista,
por lo que me temo que jamás llegará a ser un punto
de referencia ni para el internauta, ni para las empresas que quieran estar
al día y moverse por una red libre.
Este proyecto nace
con la palabra fracaso en la frente porque se trata de un servicio manipulado
y censurado. Palabras prohibidas en Internet.
El pequeño
empresario, ese que ya lleva tiempo actuando en la red, es a su vez internauta.
Su filosofía difiere totalmente de la del gran empresario que piensa
que el teclado se ha inventado para las secretarias. Por lo tanto, difícilmente
le podrán llevar a engaño. Para poner un ejemplo, los únicos
buscadores que aparecerán son Olé y Altavista, siendo excluidos
Telépolis, Ozú, El Indice o Biwe, que en su momento se solidarizaron
con la movilización internauta. ¿Hay mejor manera para controlar
la red, además de hacerla inaccesible con tarifas abusivas, que
la de decirle al internauta –sea empresario o no- lo que debe o no debe
ver?.
¡Decididamente no conocen Internet!. Los palos de ciego que dan,
no hacen más que acrecentar la repulsa que los ciudadanos sentimos
al ver nuestras libertades disminuidas a la mínima expresión,
por una sobredosis de ambición.
¡Pero el dinero
no lo es todo, y en Internet menos! Paralelamente a este
macro portal, sentenciado
a quedarse en micro a base de recortar y
recortar como en las
películas de la era franquista, está a punto de
aparecer otro, COMIENZO.COM
, donde el internauta podrá moverse
libremente sin censuras
y donde el empresario dispondrá de toda la
información
sin manipulaciones, engaños de cifras o estadísticas y de
primera mano. Un macro
portal que reflejará sin duda lo que es Internet y donde no se excluirá
a nadie. Ni siquiera a los que no secundaron las huelgas. No podía
ser de otra manera. Internet no se entiende de otra forma que no sea la
de ofrecer al internauta la posibilidad de elegir lo que más le
convenga, sin necesidad de que lo hagan por nosotros. Es curioso comprobar
cómo mientras COMIENZO.COM se registró el día cuatro
de agosto, descubridor.com no lo hizo hasta el 15 de septiembre. En plena
movilización internauta y, posiblemente, cuando descubrieron –nunca
mejor dicho-, la importancia de la red.
En nosotros está
la elección. ¡O desarrollo tecnológico y libertad de
elección o
manipulación y censura! ¡Ya basta! El desprecio que demuestra
Telefónica por el usuario, la mediana y pequeña empresa e
incluso el pequeño accionista –que también es cliente- ,
sólo es superado por su desfachatez a la hora de publicitarnos presuntas
mentiras bajo la máscara de servicios. ¿Nos estarán
llamando masa sin capacidad de análisis?.
¡Tarifa plana
ya, transparencia en las gestiones de Telefónica y una red
libre!. No pedimos
nada que no sea nuestro. |