Ridiculocracia
por Santiago
Stucchi P.
stucchi@amauta.rcp.net.pe
Nota de redacción:
La nota del
señor Stucchi se publica literalmente. El ingeniero Pedro Flecha
publicó su artículo con firma y foto y es un nombre genuino.
Sólo los mentecatos o los que tienen que esconder algo se escudan
en alias. Este no es el caso presente.
Herbert Mujica
Rojas
La misma cantaleta
de siempre: culpar a otros por nuestros problemas y
plantear proyectos
grandiosos como soluciones. Y en este caso le toco a los
españoles
del s. XVI ser objeto de las iras del Sr. "Pedro Flecha" (será
ese su nombre verdadero?),
quien muy ingenuamente sigue creyéndose el mito de la "perfección"
de la civilización incaica. No se ha puesto a pensar un poco este
señor que, si los incas eran tan estrictos con la ociosidad, el
robo y la mentira era precisamente porque estos males de hecho existían
en su sociedad? ¿A quién se le ocurre colocar como prioridad
la prohibición de algo que no existe?
Por otro lado, no
se doónde habra leído que "la tradición andina estuvo
siempre basada en el conocimiento". ¡Por favor! La sociedad incaica
era básicamente militar y religiosa. La fe en el dios Inti era obligatoria
y fue impuesta a todos los pueblos que fueron conquistados por ellos. Y
la autoridad del Inca era tan vertical y absoluta que una vez
muerto, todo el
Imperio se derrumbó.
Indudablemente la
cultura incaica alcanzó grandes logros en la agricultura
y la arquitectura,
prueba de ello son los andenes y los restos arqueológicos que constituyen
un valioso testimonio de nuestro pasado.
Cierto es también
que la conducta de los conquistadores fue en muchos casos reprobable, y
que muchos de sus abusos fueron hechos con la aprobación, y hasta
la participación activa, de la Iglesia Católica (con el pretexto
de la "evangelización"). Pero tomar a los primeros como la sociedad
perfecta y desconocer que el Perú actual no es una continuación
del Tahuantinsuyo sino una fusión de ambas culturas, pretendiendo
borrar medio milenio de historia y volver a tiempos remotos como solución
a nuestros problemas, es realmente ridículo. Tan ridículo
como que un político italiano culpe a los bárbaros germánicos
de la antiguedad por los problemas actuales de Italia y proponga la reinstauración
del Imperio Romano.
Dejémonos
de una vez de utopías irrealizables y pensemos en opciones
realistas.
Saludos desde Lima. |