España
La
engañosa publicidad de Telefónica
por
Gema Castellano
El bombardeo publicitario
al que nos está sometiendo Telefónica desde que las reivindicaciones
de usuarios de Internet comenzaron, está dejando estupefactos a
unos, boquiabiertos a otros, contrariados a los demás y escépticos
a todos. Dudo, realmente y a juzgar por los e-mails que recibo, que esté
provocando el efecto sobre el cliente que el monopolio desea, sino todo
lo contrario, pero por esto no deja de ser abrumadora y pesada. Telefónica
ha cargado su artillería sobre el usuario del teléfono en
particular, ya que con el internauta no tiene mucho que hacer, con el fin
de fidelizar a un sector de la población al que la tecnología
se le escapa un poco de las manos y los cambios le producen inseguridad.
Pero incluso estas personas, que mantienen intacto el sentido de la curiosidad
y saben que nadie da algo a cambio de nada, se preguntan cuánto
de bueno han hecho para recibir por sorpresa tanto regalo.
Muchos me habéis
escrito haciéndome la misma pregunta ¿Es legal la
publicidad de Telefónica?
Debo contestar que, consultadas las fuentes legales pertinentes, sí.
Dista mucho de ser políticamente correcta e incluso se escapa a
toda ética profesional, pero entra dentro de toda legalidad.
El estilo del monopolio
y la enorme falta de respeto que siente por el
cliente, le hacen
moverse a menudo en la cuerda floja a nivel publicitario.
Es decir, rozando la ilegalidad.
Pero también es verdad que tienen la
costumbre de pagar
los mejores profesionales, dinero les sobra, por lo que es difícil
que sobrepasen el umbral de lo prohibido, aunque a veces, sí lo
han hecho. Recordemos el caso Canal Satélite Digital. Cuando los
interesados llamaban al 003, información de Telefónica, preguntando
por el número donde debían darles información sobre
“eso del satélite”, las señoritas de Telefónica, adiestradas
a la perfección y aprovechando que en cada llamada solo tienes opción
a que te den un número, daban el de Vía Digital, que es donde
el monopolio tiene participación, por lo que la libertad de elección
quedaba vetada al cliente, a no ser que fueras un experto, en cuyo caso,
debías insistirles casi deletreando, para que te dieran el número
deseado.
Otro de los casos que
llevó a Telefónica a los tribunales fue el de la venta de
datos. En este caso, el monopolio no tuvo ningún remordimiento a
la hora de vender nuestros datos personales -base de datos de clientes
- a los bancos que se lo solicitaron y que pertenecen al Club del
amor alTimo, donde Telefónica ha recibido la mención
de honor. Los grandes nos clasificaron
como insectos de más o menos patas e idearon distintos tipos
de ofertas, según
las patas que tuviéramos. Evidentemente, las sonrisas del cajero
también se medían por patas, por lo que desgraciado el que
no recibiera
nada más que una mueca. Pero lo que desde hace varias semanas lleva
a cabo Telefónica no es ilegal. Puede ser ridículo y de mal
gusto y, sobre todo, machacón, pero está dentro de lo permitido.
Uno de mis lectores
está desesperado. Hace unos días, exactamente el 21
de octubre, recibió en su casa un sobre de Telefónica que
incluía la tarjeta personal que emite esta operadora, las instrucciones,
el contrato y solicitud para que los firmara y la carta de presentación
rubricada por Javier
Juanco-Martí, Director de Marketing. No se lo podía creer
porque él no había solicitado nada, pero el despropósito
no terminó ahí. Tras ponerse en contacto con el 900667788,
donde se supone le explicarían porqué le habían enviado
un servicio no solicitado, una amable operadora, cuyo valor intrínseco
para el monopolio radica en su falta de información, le comunica
que había solicitado el servicio del detalle de las llamadas metropolitanas.
Ante lo surrealista
de la situación, mi lector se planteó la súbita visita
al siquiatra. Pero
antes, decidió increpar a la buena señora que, ante el
enfado del cliente,
no tuvo por menos que indicarle que en el 1004 le
informarían
sobre su problema. Tras llamar de nuevo al 1004, otra amable operadora
le dijo que él había solicitado este servicio el día
25 de agosto y que el importe de éste se lo cargarían en
la factura de octubre, como es de rigor.
La impotencia de este
usuario llegó a su límite ¡Nunca! ni el 25 de
agosto ni ningún
otro día, había tenido la tentación de llamar a Telefónica
para apuntarse a ningún
servicio ¿Cómo podían decirle esto? Pero la insistencia
de Telefónica no tiene límites y la operadora, tras reconocer
el error, no tuvo por menos que volver a venderle el servicio, haciéndole
una lista de las ventajas del mismo ¡Desolador! Mi lector me confiesa
que estuvo a punto de rendirse, pero la cobardía no es su estilo
y decidió aguantar el ataque sin morir en el intento ¡Hay
que reconocer que tiene su mérito! Cuando ya estaba convencido de
haber vencido al maligno y la sonrisa socarrona del que se sale con la
suya afloraba en sus labios, cual chaparrón de primavera en mangas
de camisa, le llueve la tercera ¡Eureka! Acababa de descubrir el
porqué de que su contestador no grabara las llamadas. Por si no
tuvieran bastante con colocarle el detalle de llamadas no solicitado y
la tarjetita en cuestión, y para que el enfado del cliente fuera
con motivos, le habían activado también el contestador de
Telefónica, por lo que al grabarse las llamadas ahí, impedía
que su contestador particular lo pudiera hacer.
Mi lector quiere matarlos,
asesinarlos, practicarles la tortura china y
denunciarlos ¡No
podrá ser! Todo esto es absolutamente legal, y lo peor,
es que pocos tienen
ni la información ni las ganas suficientes, como para
perder una mañana
en ir anulando servicios que nos encasquetan, según
ellos para nuestra
comodidad y que son gratuitos ¡Y es que ese es el truco! ¡Que
durante un año o algunos meses son gratuitos!
Cuando una empresa
desea ofrecer un servicio gratuito por deferencia al cliente,
es perfectamente legal que lo haga sin permiso de éste y que sea
el beneficiado quien
anule el servicio si no es de su agrado. Telefónica aprovecha esta
coyuntura legal para enganchar al cliente a unos
servicios que, al
año o meses, debe comenzar a pagar sin previo aviso. Debe ser el
usuario quien en todo momento esté pendiente de la fecha de caducidad
de su servicio, para llamar al 1004 y darse de baja, si no quiere encontrarse
con una desagradable sorpresa en su factura.
Evidentemente, explicados
los pormenores y viendo las consecuencias que pueden
traer para nuestro bolsillo y nuestra mente, sugiero hacer la
operación inversa
¡Es simple! Se trata de decir a todo que NO, hasta que se nos presente
una necesidad, en cuyo caso, seremos nosotros los que
llamaremos al teléfono
gratuito de Telefónica y pediremos que den una solución a
nuestro problema específico. Y si para entonces podemos elegir entre
las ofertas de solución de varias operadoras ¡mejor que mejor!
Mientras tanto, otros
ya han tomado otro tipo de soluciones sobre otro tipo de problemas. La
Unión de Empresarios de Cataluña está preparando una
demanda contra Telefónica por aplicación de tarifas abusivas
en la conexión a Internet. Piden a la operadora que les devuelva
la diferencia entre las tarifas actuales y las que aplicaban antes de la
subida de la llamada metropolitana.
Esto me sugiere varias
y peliagudas tesis. Teniendo en cuenta que esta Unión de Empresarios
no se ha solidarizado oficialmente con ninguna de las huelgas realizadas
por el conglomerado de internautas -al que parece no quieren identificarse-
y su condición de empresarios, posiblemente la sangre no llegue
a río, y el monopolio les otorgue los favores solicitados, sin necesidad
de tener que acudir a los tribunales. Esto se traduciría inmediatamente
en una escisión entre la totalidad de los usuarios de Internet españoles,
colectivo al que pertenecen quieran o no quieran, y que daría la
razón al presidente de la AUI cuando declaró, que antes de
que los chateadores se beneficiaran de una tarifa plana, ésta debería
llegar a los empresarios.
En el documento de
protesta que se envió masivamente al defensor del pueblo, los internautas
ya pedíamos esta devolución, por lo que no dejaría
de ser partidista y discriminatorio el hecho de que a los empresarios se
les devolviera el dinero y al resto de los mortales no.
La nueva Asociación
de Internautas deberá emplearse a fondo en estas
menudencias”, si no
quiere que el colectivo de Internautas, al que todos
pertenecemos con los
mismos derechos -porque todos pagamos las mismas
tarifas- se enfrente
creando grupos, que deban echar pulsos para ver
quién se lleva
antes la tan ansiada tarifa plana.
¡Que no decidan
por nosotros! ¡Tarifa plana pero para todos sin distinción! |