A
propósito de las querellas por difamación en páginas
web
Los medios
tradicionales e internet
por Herbert
Mujica Rojas
Demostrando una palmaria
ignorancia de lo que es Internet como medio directo de comunicación,
un grupo de respetables periodistas, impulsó una denuncia penal
contra Aprodev –organización de fachada de obvios sectores gubernamentales-
y ya les cambiaron a las juezas que admitían la procedencia de la
demanda para el retiro de esa página web y por el supuesto delito
de difamación. Les han dado en la yema del gusto al gobierno que
tiene la sartén por el mango y hace y deshace en lo que al poder
judicial se refiere, pero lo que es más grave, siguen girando en
el vicioso círculo de judicialización de la política
que tan brillantemente tratara un especialista en El Comercio, Lima; La
política se ha judicializado.
Precisamente, son
los tinterillos los grandes responsables de que nuestra historia republicana
constituya un sainete de promesas y edificios verbales sin vena ni savia.
La mayoría de cartas constitucionales sólo han sido menúes
de buenas intenciones y salidas oportunas a crisis políticas que
devinieron en otras peores. Verbi gracia: en 1979, los militares derrotados
por su propia incapacidad ceden el paso a las fuerzas políticas
partidarias. En 1980, un honesto pero débil Belaúnde no consigue
frenar la acometida del terrorismo cuyo apogeo viviéramos y padeciéramos
durante el quinquenio del fanfarrón y brillantemente inútil
e inmoral Alan García Pérez. El decenio posterior prolonga
un largo túnel de calvarios con apellidos de origen oriental pero
siempre en los rudimentos de una caricatura de país que para matar
al terrorismo arremete contra tirios y troyanos y se producen vergonzosos
atropellos de los derechos humanos. Este es el escenario que han escogido
nuestros periodistas para –así dicen- defenderse de Aprodev, cuya
página web era casi desconocida hasta que El Comercio y La República
y los colegas ofendidos se metieran a hacer denuncias penales. Fue entonces
que los de Aprodev comenzaron a ser célebres gracias a estos hombres
de prensa.
Internet es ingobernable.
En 1997, la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró inconstitucional
la CDA, Communications Decency Act, porque violaba la Primera Enmienda
de la ley de leyes norteamericana. Las páginas web son home sites
(hogares), a los que uno accede voluntariamente. Si quiere responder lo
que allí se dice, entonces pone en el guestbook (libro de visita)
lo que se le antoja o escribe al email del editor o de quien figure como
autor de la gaceta o libelo. Pocas semanas atrás dijimos en AILA:
Internet:
¿el hara kiri de la oposición peruana? ¿puede haber
censura on line? , que podíamos comparar a este medio directo
de comunicación con el correo que nos llega por debajo de la puerta
y que contiene todo tipo de informaciones, desde las zahirientes hasta
las comerciales. Pero, en cualquier caso, uno puede discriminar.
Pero, deducir que
hay difamación porque los de Aprodev dicen lo que les mandan decir
o juegan sus bazas con alguna inteligencia, hay distancia considerable.
La susodicha página está en GeoCities, servidor norteamericano
con más de 10 millones de afiliados. No está en el Perú.
Las leyes nacionales no sirven entonces tampoco para nada. Amén
del lógico y cínico juego gubernamental que bailotea con
la falta de seso de los opositores que en lugar de entrenarse en lo que
es Internet –y todo el mundo contemporáneo, comercial, político,
financiero, etc., camina hacia sus veredas- pierden el tiempo haciendo
famosos a los de Aprodev y en querellas judiciales de pronóstico
anunciado.
¿Ociosidad?
¿Falta de pantalones? ¿Carencia de imaginación? ¿Miedo
a las nuevas técnicas? ¿Porqué en vez de gastar inútilmente
el tiempo, pagando abogados de causas imposibles, no levantan su propia
página y dan la batalla on line? Argumentos hay en abundancia, periodistas
que analicen también. Lo que ocurre es que hay pavor a cruzar el
Rubicón de las nuevas formas de comunicación directa. Y esto
sorprende. Rospigliosi, Páez, Mohme, tienen dirección de
correo electrónico. Recursos como para contratar a quienes les traduzcan
en html sus respuestas no creo que falten. Entonces ¿qué
pasa?
Peor aún.
A través del disparate que entusiásticamente empujan, sientan
el precedente para juicios a la inversa: el gobierno los podrá llevar
a los tribunales si entiende que hay “difamación” de los contrincantes
a escasos 12 meses de la campaña electoral. El señor Enrique
Zileri sabe de qué estamos hablando. A esto no hay sino una manera
de calificar y es que asistimos a un espectáculo en el que nadie
sabe para quién trabaja.
En 1946, Rafael Belaúnde,
afirmó que las masas se combaten con las masas. Parafraseándolo:
hay que decir: en internet se combate con las armas de internet. Todo lo
demás, tribunales incluidos, son demostraciones clarísimas
que el Perú anda de hinojos por la agonía voluntaria y decadente
de espíritus a quienes se supuso con más inteligencia. |