Cobros
en bytes en lugar de pasos
¡La
ignorancia es muy atrevida!
por
Gema Castellano
Desde que comenzó
nuestra lucha por una tarifa plana asequible para todos, causada por el
desorbitado aumento de las tarifas metropolitanas, reguladas bajo un régimen
monopolista ya que son las únicas en las que Telefónica no
tiene competencia –y por eso presuntamente ilegal-, hemos tenido que escuchar
tanto por parte de Telefónica como de los medios de comunicación
tradicionales, así como de Fomento, multitud de excusas y razonamientos
que a menudo han rozado lo surrealista y han sobrepasado el límite
de lo absurdo. Hasta tal punto estas tesis carecían de sentido que,
a veces, hemos llegado a pensar que literalmente nos trataban como entes
carentes de raciocinio. ¡La ignorancia es muy intrépida! y
el desconocimiento de la red como medio, unido al desprecio por el individuo
que lo utiliza, les ha conducido al borde de lo ridículo.
¡Y ahí
están cometiendo error tras error, porque dinero tienen para
pagarlos y permitiéndose
declaraciones dignas del Nobel a la
“elocuencia” y al
poco sentido común!
La última ha
sido la de Pérez Subías, al que ya suponíamos dedicado
a sus
labores, dada la incompetencia
de la AUI y a su demostrada incapacidad de representar a nadie, y que ha
puesto la guinda a ese pastel -que por
revuelto ya no sabe
a nada- lanzando el ¡eureka! y diciéndonos que no
debemos pagar Internet
por pasos, sino por bytes recibidos. Prefiero pensar que tuvo una mala
mañana antes de aceptar que ha podido decir esa barbaridad en su
pleno juicio. Porque lo que Subías nos quiere decir, es que para
que tengamos un Internet barato, deberemos ver las webs sin fotos, bajarnos
los programas sin dibujos y hasta los textos sin letras ¡me temo!.
¡En fin! Lo que
sí es verdad y me preocupa, es que a base de tergiversar
información,
decir verdades a medias, informar desde la manipulación y
hablar con falsos
tecnicismos retorcidos y faltos de sentido, casi han
conseguido que los
menos iniciados en la red lleguen a pensar que ésta es de verdad
un producto de lujo, que hay que pagar caro y del que se puede y se debe
prescindir si no perteneces a una clase privilegiada.
Recuerdo una corta
entrevista que le hizo a Victor Domingo, coordinador de la verdadera asociación
de internautas recién constituida, un sesudo
periodista de Rne
el día de la huelga del 3 oct.: “no es caro 270 pesetas la hora
de conexión” - afirmó-. ¿Qué pensaría
si sus oyentes tuvieran que
pagar 270 pesetas
la hora por escucharle a ud?, hubiera sido la respuesta adecuada.
No me cansaré
de repetir que la transmisión de datos, al igual que la
transmisión
de voz, no tienen ningún coste en sí. Por lo que en todo
caso y
si nos dejamos llevar
por extremismos, como ellos están haciendo, lo único
que deberíamos
abonar a Telefónica es una pequeña cantidad que cubriera
el mantenimiento de las líneas. De ahí que si hubiera libre
competencia y la infraestructura pudiera ser utilizada por todas las empresas
competidoras del monopolio, no solamente la tarifa plana sería posible,
sino que se generaría una competitividad entre ofertas de tarifas
planas a la baja, emitidas por las distintas operadoras, muy beneficiosa
para el usuario.
¿Pagamos por
ver la TV? ¿ Pagamos por escuchar la radio? Tampoco
deberíamos
pagar por utilizar Internet. De hecho, las distintas operadoras actuantes
deberían financiarse, básicamente, de la misma manera que
lo hacen estos otros medios. Esto sería lo lógico y lo ético,
pero no por esto -y seamos realistas- deja de ser utópico, debido
a la macabra maraña en la que los intereses creados priman sobre
la necesidad social y en la que están atrapados el gobierno y el
monopolio como siameses dependientes el uno del otro. Así pues,
se impone un pacto que evite un quiebre entre el pueblo que evoluciona
hacia un tipo de sociedad de la información y unas instituciones
que no van al unísono. Tarifa plana asequible a cambio de no llevar
nuestros derechos al
límite. Un
pacto justo para comenzar.
Si fueran inteligentes
lo firmarían. “La red es capaz de derribar
gobiernos”, dijo Esther
Dyson. En Europa se está gestando un movimiento silencioso antimonopolios
considerable. Los españoles no estamos solos. Alemania, Italia,
Gran Bretaña e incluso Latinoamérica, donde Villalonga asegura
que se le ama, son una bomba de relojería que sólo necesita
una vuelta de tuerca ¡Insisto! No conocen el poder de Internet. Si
fueran conscientes pactarían, negociarían y cederían
a las necesidad que siente la sociedad de desarrollarse y de identificarse
con el progreso. Pero eso les importa poco. Sus necesidades son las de
dominar mentes y mercados por la fuerza del dinero y en pro de unos ideales
retrógrados y desfasados.
Los intereses y las
inquietudes de la sociedad se separan cada vez más
peligrosamente de
los del gobierno, más preocupado por su permanencia en el poder
y el apoyo al gran capital que a su vez le garantiza esta permanencia.
¡Peligroso, muy peligroso!
La situación
actual deja mucho que desear. Un monopolio que no dialoga y hace y deshace
a su antojo, incluso rozando la presunta ilegalidad a todos los niveles,
aumento fraudulento de tarifas, cobro de llamadas fallidas a Infovía,
filtración de datos personales de todos los clientes Movistar, Moviline
por carecer de entorno de pruebas para el desarrollo, inversiones dudosas,
presunta publicidad engañosa, abuso de poder contra competidoras
y más y más, un gobierno que apoya, tolera y promueve todo
esto, un ministerio de justicia que no se pronuncia e incluso una institución,
como es la del Defensor del Pueblo, que por muda parece que no existiera.
Esto es lo que tenemos.
¡Pero, eso sí!
Para que parezca que España va bien y porque la
hipocresía
no podía faltar en este circo, el parlamento en pleno vota sí
a una tarifa plana,
que nadie se explica porque no se ha instaurado ya, o ni siquiera cuáles
fueron los verdaderos motivos que provocaron ese sí
masivo ¿O si
lo sabemos?
También vamos
a tener una sesión monográfica sobre la tarifa plana en el
Senado, donde los
participantes deberán esforzarse como profesores, para evitar posteriores
patinadas de principiantes, como el de aquel senador que, muy seriamente,
propuso cortar Internet de siete a diez para evitar que los niños
tuvieran acceso a contenidos dudosos.
Así las cosas,
me pregunto quién dará el primer paso. No podemos esperar
nada ni de Telefónica ni de un gobierno con clara tendencia a recortar
las libertades. Por tanto la decisión es nuestra. ¡Ya no hay
marcha atrás!. |