Lo que el viento se llevó...del Perú
por Pedro Flecha


No resistí el llamar a este artículo análogamente a aquel libro que está desatando escándalo en Europa ya que algo tiene que ver con lo que voy a tratar.

Perú está, otra vez, cercano a elecciones. Los medios de prensa están inmersos en todo tipo de temas anecdóticos y bizantinos; si va a haber fraude, si los candidatos son estos o aquellos, si se logrará impedir a Alan García el optar al parlamento, si Fujimori se presentará o no, etc. Perú está, como es de costumbre, caracterizado por la frivolidad electorera. 

Otra vez se evade el tema fundamental... ¿Hay un proyecto o no? Y todo ello sucede en un escenario donde hay una Colombia casi en guerra civil; una Argentina que tiene mucho que explicar, un Chile entre dos fuegos internos por un generalote, un Ecuador descorazonado, un Brasil progresivamente envuelto en la marea de los sem terra y una Venezuela –por otra vez en la historia- ¡atravesando un momento crucial de gravitación continental...!

En la historia continental hay un tema único, una ecuación no resuelta ¿Qué somos a los 500 años de la invasión europea?. Indiscutiblemente, no somos europeos. Además ¿qué es ser europeo?. Somos mayormente indios caribes amazónicos y andinos, luego africanos y en última instancia caucásicos. Los indios siempre estuvieron aquí y los blancos y negros llegaron simultáneamente. Los vínculos entre las etnias son discretos y no fundamentales, porque nunca se realizó un proyecto común. No me refiero a un proyecto económico, religioso y ni siquiera social; me refiero a una identificación, al encuentro de un lugar común en los inconscientes colectivos de estas etnias. Es que no son ni han sido etnias simples. Los indios arrastran una cultura monumental y tecnológica de decenas de miles de años, los negros son más antiguos y mantienen la pureza del vínculo con las primeras relaciones del ser humano con la naturaleza, los caucásicos son una mezcla compleja, pues hay muy poco de común entre un turco de Estambul y un  gallego. Alguien podrá decirme que estoy deliberadamente dejando de referirme a los orientales y los semitas. Lo hago porque, históricamente, en ninguna parte del mundo ellos han dejado su proyecto propio, inconversable con cualquier otro proyecto. Los japoneses, chinos, judíos y árabes; vayan a donde vayan siguen siendo japoneses, chinos, judíos y árabes.

El  eslabón perdido

Lo que el viento se llevó del Perú, hace casi cuatro siglos fue el gran proyecto humano, el de Felipe Guamán Poma de Ayala en 1615 contenido en su  “Nueva Coronica y Buen Gobierno”. En una América que no se entiende a sí misma, que ha rehuído por siglos de dominación cultural occidental el entenderse, el proyecto de Guamán es una especie de eslabón perdido.

Para los lectores que no lo conocen; este escritor redactó a mano un gran libro, con ilustraciones, en 1615. El libro, fue ocultado hasta que se descubrió un ejemplar en 1908 en una biblioteca de Copenhague. Lo redactó en varios idiomas que van del castellano al ladino y del quechua al aymara. En realidad parecería ser que cada idioma es un libro diferente. El contenido fundamental obedece a un análisis a pocos años de la invasión española, después de los veinte millones de muertos que causó la misma en estos lares. Como Guamán parecía provenir de una ascendencia andina usó varios mecanismos de comunicación tales como; diferentes idiomas, gráficos simbólicos, transcripción de cantares poéticos y “vaselina” religiosa. 

La primera parte trata del origen del hombre y del universo, su contenido parecería extraído de los conceptos darwinistas de evolución... sino fuera porque fue escrito tres siglos antes. En Guamán, el hombre es producto de la evolución de lo imperceptible a lo perceptible. Por ejemplo no hay diferencia marcada entre hombre y roca, ambos términos son intercambiables y ello tiene que ver mucho con la concepción andina de “ser”.  En ella el hombre es “incompleto”, solo se humaniza cuando su interacción con otros hombres, seres vivos y su paisaje, es decir su “pacha” (espacio-tiempo) están en armonía. La ley de relaciones armónicas entre las partes del hombre es la reciprocidad (Ayni). Esta ley no es exclusivamente andina pues es fácil vincularla a conceptos similares en esa época axial que fue 600 BCE, donde fueron coetáneos Pitágoras, Sidharta, Lao Tzu, y otros. No he encontrado mejor descripción del concepto que el que legara el pitagórico Arquitas en su “Armónica” :

“Cuando se ha logrado hallar la razón, esta hace cesar la rebelión  y aumenta la concordia, pues, existiendo ella, no es posible la competición y reina la igualdad; por su medio, efectivamente, podemos reconciliarnos en nuestros vínculos sociales. Por ella, los pobres reciben de los poderosos y los ricos dan a los necesitados, confiando ambos en ella para recibir después igual. Regla y obstáculo de los injustos, hace desistir a los que saben reflexionar, antes que cometan injusticia, convenciéndolos de que no podrán permanecer ocultos cuando vuelvan al mismo lugar; y a los que no saben, revelándoles su injusticia en el acto mismo, les impide cometerla” 

Sobre esta base Guamán Poma analiza la situación y propone el cambio mediante un proyecto por el cual, el reino español debería dejar todo en manos de los andinos, planteando con extraordinaria precisión no solamente los estamentos de legislación, justicia y castigo, sino hasta como deben hacerse las estructuras de precios, un concepto extraño en el Ande donde la economía se basaba, y se sigue basando, en el intercambio; donde los bienes y medidas son relativizados a su calidad y necesidad bajo la ley de la reciprocidad. 


 

 


 
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