¡Poderosos y corruptos empiezan a temblar!

Latinoamérica: paraíso de bancos, telefónicas y especuladoras

por Gema Castellano


Leía Actualidad Económica de esta semana y no tuve que pasar ni una página, para quedar impactada por lo curioso de la noticia. José Mª García Hoz, su editor, anunciaba en un gran titular Ministros con un ataque de sentido común, la noble intención de los jefes de estado Blair y Jospin de encargar ¿a quién?: un estudio de apoyo a la creación empresarial cuya orientación es ¡el libre mercado!. Si el mercado no funciona adecuadamente, debemos asegurarnos de que cualquier intervención pública, más que entorpecer, favorecerá la actividad empresarial, a su inherente asunción de riesgo y a su objetivo más general de creación de riqueza -dicen los grandes-. ¡Para este viaje no se necesitaban alforjas! -comenta García-Hoz -. Y tiene razón; porque resulta un tanto paradójico que nuestros mandatarios, esos a los elegimos y en los que depositamos nuestra confianza, sean siempre los últimos en enterarse de las necesidades de la sociedad en general.
 

En cualquier caso es un paso adelante y esperemos que Aznar, el cual nos vende sus imágenes al lado de Blair como un acto de credibilidad, se contagie de este ánimo europeo. ¡Pero es un tema escabroso! Demasiados intereses creados entre multinacionales, monopolios, bancos fusionados y gobiernos, como para que ese estudio pueda llevarse a la práctica sin una gran dosis de altruismo, conciencia social y ética. Cualidades que, por ahora, son impensables en estos sectores. Sería pretensioso de mi parte creer que el negocio de las telecomunicaciones y su reestructuración de cara al nuevo milenio, tiene algo que ver en esto, pero ¿porqué no pensar que podría ser así? ¿habrán escuchado al fin el discurso de Esther Dyson, cuando ya les advirtió en su día la necesidad de liberalizar - y de hacerlo bien- el sector de las telecomunicaciones?.
 

Muy bien habían programado estos monopolio su entrada triunfal en el 2000, y el tiro les está saliendo por la culata. Seguramente Villalonga no podía prever el movimiento social al que debería enfrentarse cuando, aquel inoportuno día de agosto, nos comunicó que ese atroz aumento tarifario, bendecido por Fomento, sería el comienzo de otros más, que deberían financiar sus expectativas especulativas y su reconquista latinoamericana.
 

¡Grave error el no contar con Internet -medio de comunicación y fuente de posibilidades ya muy asentado en la sociedad-, que se ha convertido en el talón de Aquiles de los monopolios y que ha despertado nuestra curiosidad por esa intocable Telefónica, nido de presuntas y diversas corrupciones, de abusos de todo tipo e irregularidades más variopintas!.
 

El hecho es que no podemos entrar en un nuevo milenio de la mano de éstos, porque lo que éste exige es el libre mercado, y así parecen haberlo entendido los europeos Blair y Jospin, que ya han visto puestas sus barbas a remojar. Aunque tampoco sepan como salir del embrollo. Le Monde anuncia huelgas de usuarios en Francia, Suiza, Alemania e Italia en los próximos meses. ¡Estas empresas han llevado al ciudadano al límite y ahora ya no hay marcha atrás! Pero...¿y si estos monopolios toman las medidas por las que esta optando Telefónica? ¡Hecha la ley, hecha la trampa! y de eso saben mucho.
 

Nuestro monopolio piensa llegar al día uno de diciembre totalmente disgregado en filiales y contratas con capital inversionista incluido, habiendo creado un centro administrativo al que todas estas deberán reportar, sin haber presentado cuentas a nadie sobre este tema y con varios miles de trabajadores menos. Y Aznar está deseando que esto ocurra, ya que ese día dejará de ser problema suyo.
 

Si el libre mercado ha de basarse en la competencia con estas filiales del gran monstruo, es verdad que no se necesitan alforjas. ¡O muchas alforjas! Porque teniendo en cuenta que todas están avaladas por el capital inversionista del monopolio, y no tienen libertad de gestión ya que están supeditadas a una unidad administrativa ¿dónde está la liberalización?
 

Un toque de atención habrá que darle también a nuestra querida, porque es verdad, y recién creada Asociación de Internautas, que además de prodigarse por el Senado -circunstancia demagógica por excelencia la que tuvo que soportar - y más eventos, debería promocionarse más en el exterior y estrechar lazos con grupos reivindicativos europeos para adoptar acciones comunes. Así nos evitaría la tediosa circunstancia de entrar a sites como Le Monde, y encontrarnos como punto de referencia de los usuarios españoles a la AUI. ¡Que esos sí que saben moverse de la mano de Telefónica!
 

¡No se pueden ganar batallas comunes desde el caos, la desorganización, la promoción personal o el aislamiento en un problema internacional! Mientras tanto en Latinoamérica -segundo frente de batalla y paraíso especulativo de Telefónica y bancos- las cosas van de mal en peor. Hay un dicho que reza las cosas deben ponerse muy mal para que empiecen a ir bien y quizás las circunstancias en las que se encuentran sumidos los ciudadanos de países como Perú, Argentina, Chile o Brasil, haga que el virus del cambio les invada y luchen por sus derechos autóctonos, esos derechos que una y otra vez les han sido negados desde fuera y que les ha sumergido en una situación de pobreza crónica, a la que parece se han acostumbrado y de la que es su obligación salir.
 

Fujimori parece haber perdido toda credibilidad. Los peruanos no le perdonan el no haber luchado por sus intereses fronterizos, ni el hecho de venderse a empresas como Telefónica que no han hecho más que sangrar a los usuarios -que a penas pueden cubrir sus necesidades mas perentorias- debiendo llegar a la situación de crear una provisión para deudas incobrables de 66 millones de dólares y un teléfono popular por 20 dólares con límite de llamadas pero sin límite de recepción.
 

Si a esto unimos que el 80% de los peruanos odian a Telefónica del Perú, a la que acusan de abuso de poder sin límites ¿hasta cuándo podrá el monopolio ejercer su jerarquía más rastrera allí?  ¡Insisto: no se puede robar a quién nada tiene!
 

El desempleo crece de una manera desorbitada y la diferencia entre los más ricos y los más pobres se acentúa cada vez más -en Brasil un ejecutivo gana 50 veces más que un obrero, en Méjico 43, en Venezuela 53 y en Argentina 35-, ¿hasta cuando el monopolio y los bancos podrán seguir especulando alli? Volveré a insistir en el hecho de que no se puede confundir inversión con especulación, sin salir herido en el intento.
 

Todos sabemos que nada de esto hubiera sido posible, sin la institucionalización en los países latinoamericanos de gobiernos corruptos y represivos, que prefieren pagar multas multimillonarias por la no gestión de ayudas sociales  véase caso de Argentina -, o apropiarse de las ayudas humanitarias que salen de la solidaridad de los también menos privilegiados de otros países y que se alían en una carrera sin fin de permanencia en el poder, con el gran capital internacional, -que a golpe de pactos incluso con grupos de más que dudosa reputación- entran especulando y arrasando con todo sin ningún escrúpulo ni ética empresarial.
 

Todo esto unido a sistemas policiales también corruptos, que arremeten contra la integridad física del ciudadano cada vez que pretende hacer valer sus derechos y a una inexistencia de justicia, llevan a la sociedad a un punto irreversible de pobreza e injusticia social, donde el ser humano vale una bala y un grupo de ellos una fosa común y sobre todo, a vivir bajo el estigma del miedo.
 

Pero esto está cambiando. ¡Latinoamérica se mueve! y los poderosos y corruptos pueden empezar a temblar. El caso Pinochet ha puesto a todo el mundo en guardia y esos mandatarios que se han apoltronado en el poder basado en una falsa democracia, deberán rendir cuentas.
 

¡Ahora es el momento de que el ciudadano pierda el miedo! Los asesinos están perdiendo su inmunidad, gracias a que la incipiente entrada en la sociedad de la información hace de los problemas de Latinoamérica un problema de todos. Un problema de justicia mundial. Todos debemos juzgar y condenar a todos aquellos que han basado su poder tanto político como económico en el abuso, la especulación, el fraude, la desinformación y la represión sobre las gentes.
 

Es patético, para muchos españoles de aquí, que creíamos en una unidad lingüística entre países diferentes con raíces distintas y diferenciadas, comprobar como nuestros embajadores empresariales, utilizando la especulación con el nombre de cooperación, han reavivado un rencor que sólo podrá ser olvidado con el reconocimiento de la autenticidad de los países latinoamericanos como entes autóctonos y la solidaridad para que alcancen al fin la libertad y dignidad que un día perdieron.

 


 
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