Telefónica:
¡una de las empresas más fraudulentas del mundo!
por Gema Castellano
Las cifras son escalofriantes.
20.000 millones de pesetas anuales en concepto de llamadas fallidas, 30.000
millones que recauda gracias al redondeo que hace con las llamadas por
medio de tarjetas telefónicas, 10.000 millones que expolia al ciudadano
a través de las llamadas en cabinas con monedas y 4.000 millones
que ingresa por no hacer las devoluciones de los importes de las llamadas.
Todo esto unido a que ha estado cobrando por pasos en vez de por segundos
y más y más, colocan a Telefónica en un puesto de
honor en la lista de las empresas, presuntamente, más fraudulentas
del mundo.
Cuando digo presuntamente, es debido a que alguna duda debería quedarme;
ya que si realmente estas cifras se confirmaran -que ya se ha hecho- la
cuestión que me atormenta es otra: ¿qué clase de institución
reguladora y defensora de los derechos del contribuyente tenemos como gobierno,
que es capaz de consentir que una empresa privada cobre al ciudadano algo
que no le da a cambio?, ¿dónde está la labor combativa
de la institución del Defensor del Pueblo, que debería estar
siempre en guardia ante cualquier supuesta agresión hacia el contribuyente,
y al que podríamos incluso acusar en estos momentos de incompetencia,
falta de profesionalidad y consentimiento?, ¿cómo puede la
justicia en toda su extensión, permanecer impasible ante tan evidente
fraude? y, sobre todo, ¿cómo puede llamarse empresa un ente
que roba, ignora y comete abuso de un poder que jamás correspondería
a la filosofía de ésta, a sus clientes?
Demasiadas preguntas sin respuestas coherentes, que sólo nos sugieren
tres respuestas. Corrupción, desprecio hacia el ciudadano y permisividad
que responden a una falta de valores éticos y morales que nuestros
dirigentes juran con demasiada ligereza a la toma de sus cargos -más
cegados por el poder sobre el resto de los mortales que adquieren, que
por la responsabilidad a la que se deberán- y que los ciudadanos
reivindicamos
cada vez con más
fuerza.
Para ser empresa hay que pensar en el cliente y en la competencia. El hecho
de fidelizar un cliente, supondrá siempre un triunfo ante la competencia
y esta fidelización jamás será posible si el consumidor
no está contento con el producto y no recibe un trato adecuado.
¡Pero claro!, este mecanismo es válido cuando existe un libre
mercado más o menos aceptable. En el caso de Telefónica -monopolio
venido a empresa con mentalidad del primero- el producto se impone por
la fuerza, a la competencia no se le deja actuar o se le compra, y el cliente
es un mecanismo que genera divisas limpias y que no necesita mantenimiento.
Si a todo esto unimos unas instituciones florero, que sólo sirven
para adornar esta casa que se llama gobierno, para hacernos creer que la
casa es bonita y para justificar unos sueldos que deben alegrar la vida
a esos pobres incompetentes, el círculo de corrupción legalizada
se cierra herméticamente.
Porque estamos acostumbrados a que el concepto de corrupción sólo
se aplique a grandes escándalos con grandes titulares en la prensa,
pero.. ¿cómo llamar entonces a este proceder? ¿cómo
definir el acto de que un monopolio nos robe y un gobierno consienta? ¿o
es que hay alguna diferencia entre Roldán o Mario Conde y Villalonga?
¡Sí que la hay!
Villalonga se ha encargado de invertir lo sustraído en la compra
de medios de comunicación que acallen la verdad y sin titulares
de prensa en una sociedad dirigida por el tercer poder, no hay escándalo.
El gran titular es que el gobierno retendrá menos dinero para que
podamos cobrar un poco más en la nómina de la cuesta de enero,
lo que se calla, es que ha aumentado en porcentaje la capacidad legal de
una persona, para hacerse con el grueso de una empresa hasta un 49%. ¿Favor
personal a un amigo? ¡posiblemente!.
Villalonga puede convertirse en uno de los hombres más ricos del
mundo. Una fortuna, como tantas, salida del fraude y la especulación.
¡Nadie se hace rico trabajando!. El refranero popular es muy sabio.
En lo que respecta a la invasión especulativa latinoamericana de
este monstruo de los negocios poco claros, parece no tener fin. Tras la
reconquista del Perú -fructífera al máximo ya que
no ha pagado la privatización, no ha invertido en la creación
de líneas y ha instalado las cabinas que aquí ya no servían
para nada- esta sesuda cabeza está pensando en Nicaragua, donde
ENITEL, empresa nicaraguense de telecomunicaciones, anunció que
tanto Telefónica como TELMEX -operadora mejicana- ya habían
solicitado la documentación para hacerse con la privatización
del 40% de ésta compañía.
Quizás en este caso, no le haga falta a Villalonga ni la visita
de cortesía que realiza su embajador Aznar a cada país -recordemos
las hazañas de nuestro premier en la selva peruana-, antes
de enviar a sus huestes. El huracán Mitch le ha venido que ni anillo
al dedo.
¿Cómo podrá el gobierno nicaraguense, -conocido por
sus “virtudes éticas” y su facilidad para robar incluso las ayudas
humanitarias dirigidas a niños, mujeres y hombres que se mueren
de hambre- negar una privatización a Villalonga, quien se apresuró
a ayudarle -al gobierno, jamás al pobre damnificado o a las ONG-
cuando el huracán masacró esa tierra? ¿y a Aznar?
¿podrá ese gobierno corrupto que mata de pobreza a sus gentes,
negarle algo al presidente del gobierno español?. Me temo que bastará
con un toque de atención para que esos 500.000 abonados que tiene
ENITEL, pasen a formar parte de los presuntos estafados por parte de Telefónica,
y esos mil millones de dólares que ahora factura esa compañía,
se dupliquen en una año a costa del efecto sanguijuela.
“Parece una tierra maldita” -me comentaba un costarricense, desde aquí
envío un afectuoso saludo a todos los que sé que me leen
allá, con respecto a la sucesión de desgracias que Nicaragua
ha tenido que soportar, a lo largo de este milenio que ya termina -. Pero
no hay tierras malditas. Hay dictadores, especuladores y conquistadores
malditos, que hacen de la vida del pueblo un infierno y que llevan al individuo
al límite de la pérdida de su dignidad humana, y por tanto,
a su incapacidad de revelarse.
Pero Latinoamérica entera es un polvorín. Ya lo dije en otra
ocasión. Telefónica, en su prepotencia como otros tantos,
creen que es la gallina de los huevos de oro. ¡Y lo es!. Pero jamás
para los especuladores que nunca podrán robar al que no tiene.
Latinoamérica necesita inversiones, creación de puestos de
trabajo que a su vez creen mercado y, sobre todo, gobiernos democráticos
que promuevan y velen por el libre mercado. La lucha por la dignidad de
ser considerados como naciones autóctonas y democráticas
ha comenzado.
Este proceso, igual que el de la lucha por una sociedad de la información
en Europa, es irreversible, y las empresas como Telefónica tienen
los días contados.
Una revolución social que no quieren aceptar y que se está
produciendo, las convierte en obsoletas, inoperativas y decadentes. La
sociedad en general tiene otros planes para el nuevo milenio, porque aunque
los titulares estén comprados, a todo esto se le llama corrupción. |