Abajo
el gobierno de Brasilia, Viva la Federación del Brasil!
Nei
Manique, Jornal de la Mañana, 7-2-97, Santa Catarina, Brasil
neiman@zaz.com.br
Ayer comenté la
polémica que viene aconteciendo en Italia en torno a los asuntos
autonomistas. Hace seis años en el sur de Brasil, se produjo una
movilización semejante a la que ocurre en el norte italiano. Sin
un partido que sirviese de conductor, el movimiento El Sur es mi País,
concitó la simpatía de centenares. Pero fracasó ante
la primera embestida que el gobierno de la unión aplicó,
una combinación del Ministerio Público y la Policía
Federal para presionar a sus principales líderes. Hasta hoy sigue
requerido por la justicia federal el folclórico líder gaúcho
Irton Marx.
Sistema
viejo
Nunca
estuve de acuerdo con las tesis separatistas. Me siento brasilero y muy
orgulloso de serlo. Lo cual no significa que deje de admitir que el sistema
en boga en el país es arcaico desde hace mucho tiempo, por culpa
de la montonera del 64, como saben los lectores de mayor edad que yo. Hasta
entonces, este país se llamaba Estados Unidos del Brasil, un modelo
copiado de la Constitución norteamericana. Sin embargo los militares
del 64 percibieron que la excesiva autonomía de los estados preceptuada
en la Carta federalista casi nos lleva a la guerra civil. Y revisaron esos
conceptos en la Constitución del 67
.
Décimo justo
Por “federalismo” entiendo
aquello que el renombrado jurista Dalmo Dallari preconiza en el libro del
mismo nombre del entrecomillado y que está en la biblioteca de la
Unesco y que puede ser devorado literalmente en apenas dos horas. La unión
comporta recaudar impuestos diversos y de renta. El resto es materia propia
de la política de los estados miembros de la federación.
En los Estados Unidos, como en la República Federal Alemana, los
estados aportan el 10% de sus ingresos para la unión con el propósito
de mancomunar esfuerzos para proyectos de envergadura nacional.
Gradualismo
responsable
Más
que una opinión propongo una sugerencia de análisis a los
lectores de esta página. Mi tesis versa en torno a una reforma constitucional
que devuelva el perfil federalista al Brasil con un cronograma muy bien
definido. A partir del año 2001, los estados miembros aportarían
el 20% -un quinto- de sus ingresos a Brasilia para el “Fondo Nacional de
Desarrollo” que impulsaría las áreas pobres y desvalidas
del país. Al año siguiente, el aporte sería de 19%
y así sucesivamente hasta llegar al 10% en una década.
Menores oportunidades
A menos chances para
meter las manos, pocas las ocasiones para la forja de latrocinios. Conservaríamos
la unidad nacional y el espíritu brasilero ahuyentando las pandillas
de secesionistas y aventureros dispuestos a pescar en aguas revueltas.
Por lo tanto: ¡Abajo el gobierno de Brasilia! ¡Y que
viva la República Federal del Brasil!
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