Perú: la pobreza tiene cara de mujer
por Herbert Mujica Rojas

Son diversas las circunstancias que han generado en el Perú que las mujeres, sobre todo las más humildes, de ascendencia indígena y de origen rural, constituyan un filón de pobreza alarmante. La violencia del terrorismo, la poca alfabetización, el acceso insuficiente a los servicios de salud, el desconocimiento de su entorno legal de deberes y derechos, la escasez de textos en quechua y la predominancia del castellano, son entre otras, variaciones de una misma melodía que se traduce en discriminación, injusticia, falta de identidad ciudadana y marginalidad.

Como en casi todo Latinoamérica, los códigos civiles y las Constituciones formales amparan a la mujer, su entorno y su derecho a la educación, la salud, la maternidad, sin embargo, en la mayoría de los casos, el asunto no pasa de ser letra muerta. Algunas organizaciones no gubernamentales como Flora Tristán y Cendoc, se han preocupado muy mucho de tomar contacto con estas realidades y a través de labores organizativas y de ilustración hacia las mujeres van dinamizando un cambio de mentalidad y acción.

En la población económicamente activa del Perú, las mujeres, van escalando posiciones de tremenda expectativa. Pero referidas a los sectores de servicios e industria que demandan entrenamientos universitarios intensos y a los que acceden minorías.

Históricamente, la mujer peruana ha tenido participación en toda la vida nacional. Aunque sólo obtuvo el derecho al voto en 1955, ya en el proceso del incanato, 500 años atrás, representó parte de la organización del imperio; opacada en el virreinato, su contribución en el período independista de la decadente España encuentra cimas de gloria y sacrificio en la persona de Micaela Bastidas. En la Guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Chile entre 1879-1884, las rabonas (mujeres de los soldados) acompañaban a sus parejas a los campos de batalla ofrendando en no pocos casos sus vidas. En la vida republicana son múltiples los paradigmas de mujeres consagradas a las letras, la ciencia, la lucha social y política. 

Es interesante reseñar que en los últimos 25 años, la mujer peruana ha tenido que enfrentar la violencia generada por el terrorismo. Convertida en cabeza de grupo por la aniquilación del esposo o compañero, debió hacerse cargo de la familia, de su alimentación y de su guía. Desamparada por el sistema legal, amenazada por el violentismo de dos vías: los terroristas y las fuerzas armadas o policiales, ésta tuvo que sacar fuerzas de flaqueza y en muchos casos migrar hacia las ciudades a realizar trabajos de escasa o abominable paga.

Pero, son las mujeres las que han organizado los Comités que administran donaciones para los niños, por ejemplo los del Vaso de Leche, que alimentan a miles de niños pobres. En diversas ocasiones las dirigentes vecinales enfrentaron a los violentistas a través de panfletos y discursos. El caso de María Elena Moyano, asesinada y luego dinamitada en el distrito sureño de Villa El Salvador, conmovió hasta las lágrimas a la sociedad peruana. Ella, de origen muy humilde, madre de familia, de verbo fácil y de raza negra, no se dejó intimidar por la violencia y la combatió hasta que la garra brutal la arrancó de entre nosotros.

Una reseña sólo puede entregar una visión muy genérica. Y este es el propósito del artículo. Al momento de saludar a Informativos.com y habiendo la circunstancia de nuestra participación, cabe la chance de saludar la majestuosa presencia combativa de la mujer peruana, ayer, hoy y siempre.

 


 
Escríbanos a: 
ailatin@zdnetmail.com

 AILA