¿Deben
estar las telecomunicaciones en manos de pandilleros?
Telefónica
del Perú: Estafa S.A.
por Herbert
Mujica Rojas
Los obreros continúan
siendo despedidos. La casilla de voz, la llamada en espera, la transferencia
de llamada, la conferencia tripartita, servicios no solicitados,
otorgan millones de soles a TdP. El cambio mañoso de dígitos
en los reportes de llamadas (artículo de Flecha, https://members.tripod.com/~AILATIN/violacion.htm),
las conexiones fantasmas a casillas de voz en Internet ¿?,
los cargos del inefable primer minuto regalado a TdP por Osiptel; la prepotencia
y reglamentarismo de los empleados de TdP para con los usuarios, son todas
facetas de un mismo monstruo que se ha propuesto desnudar de fondos a los
peruanos a través de un servicio de telecomunicaciones que jamás
debió haber sido puesto en manos de pistoleros y bandidos como las
huestes que comanda desde España, Villalonga ese que dice cada vez
que puede que “no somos hermanitas de la caridad”.
Veamos. Si usted
no puede pagar el recibo de supuesto consumo telefónico. Simplemente
le cortan la posibilidad de comunicarse. ¿Qué se puede hacer?
¿Enviar señales de humo? ¿Contratar chasquis? ¿Rumiar
nuestras frustraciones con cartas que son contestadas con tenores idénticos
y firmadas por el escuadrón de débiles mentales de la TdP?
¿Dejar de tener teléfono? ¿Suicidarse?
TdP atiborra la televisión,
radio, revistas y periódicos con avisos a todo trapo. Y con ello
invierte en publicidad pero también, y sobre todo, levanta el arma
con el cañón apuntando hacia quienes sientan la tentación
de cuestionar sus métodos: ¡si me armas bronca, te quedas
sin publicidad! Y en momentos de aguda crisis, esto constituye poco menos
que una sentencia de muerte.
Por otro lado, no
hay evento cultural que deje de tener el auspicio de TdP. Con ello están
montando una cobertura de proyección de imagen y respaldo a programas
o sucesos que sí tienen contenido genuino e indesdeñable.
Pero ¿qué es lo que se busca en realidad? Estar, simplemente
estar y hacer presencia. Quitarle pretextos a quienes cuestionan la estafa
organizada y científica que lleva a cabo TdP con sus recibos amañados
y sus argumentos legalistas.
Pero, atención
al caso de Flecha, ni las argucias pseudo matemáticas o trueque
de dígitos pueden ocultar lo que sí todos sabemos que se
está cometiendo: robos y más robos. Nuestra corresponsal
en España, la brillante periodista catalana Gema Castellano, bautizó
a Al Capone Villalonga como lo que es: un gángster socio de Aznar
y comprometido hasta los dientes con la mafia blanca: el Opus Dei.
Y sólo en
Mendoza, Argentina, hay 65,000 denuncias de sobre facturación llevada
a cabo por la inefable Telefónica. Las asociaciones de usuarios
han emprendido su acelerada organización y en ella nuestra corresponsal
Patricia González tiene una cuota de entusiasta esfuerzo.
En Brasil, Telefónica
-sí la misma de Al Villalonga y sus huestes- empieza sus ya no tan
tímidos arrebatos contra los usuarios y siempre bajo la caparazón
de supuestas modernizaciones. Nuestra corresponsal Elizabeth Miqueloto
está reuniendo materiales a ser publicados en las próximas
entregas.
En Chile, nuestra
corresponsal Claudia Urzúa, está en idéntico proceso
de recolección de pruebas que demuestran cómo Telefónica
se ha propuesto hacer de estos países latinoamericanos un coto de
caza privado y un lugar donde instalar las cabeceras de playa de sus sueños
neo imperiales como insolentes.
Casi una centuria
atrás, el escritor, poeta e incendiario escritor peruano Manuel
González Prada exclamó: ¡Hay que romper el pacto
infame de hablar a media voz!. Y precisamente eso es lo que hay
que hacer. No dejar que TdP nos gane por cansancio y con sus pretextos
de instancias. Impedir que el silencio de los usuarios consagre o legitime
la estafa que permite que TdP regale a sus funcionarios más importantes
autos de US$ 130,000 dólares o que flete la vida a lo magnate de
un grupúsculo de españoles ignorantes, vulgares y segregacionistas.
La hora de callar
ha terminado. En 1998, le ganamos 6 (SEIS) juicios administrativos a TdP.
Y lo que eran –según TdP- cobros por arriba de los US$ 200 dólares
mensuales, terminaron en pagos de apenas US$ 35 a US$ 50.
Con lo que
debieron admitir que estaban sobre facturando. ¡Es decir, robando!
El servicio de telecomunicaciones
no puede estar en manos de pandillas, nacionales o extranjeras. Cuando
esto ocurre, sucede lo que hemos visto, que el usuario no tiene participación
efectiva ni chance de controlar nada. TdP ha puesto las tarifas y las cobra
porque hay a quienes hacerlo. Entonces: ¿vamos a seguir aborregados
dejando que el ladrón nos esquilme? ¿o haremos espíritu
de cuerpo uniéndonos contra el crimen? Si es necesario, hay que
nacionalizar los servicios telefónicos pero para que los usuarios
participen –si lo desean- en la gestión de alto nivel. En la creación
heroica de hacer una empresa de los peruanos y para los peruanos. Y si
hay participación técnica y profesional de extranjeros, que
ésta contribuya y no robe. Que sea constructiva y no destructiva.
Latinoamericanos:
¡la hora de actuar ha llegado! |