¡Latinoamérica:
olla de presión a punto de reventar!
por Gema Castellano
Centroamérica se
ha desplomado. Miles de muertos y millones de personas sumidas en la más
absoluta de las pobrezas, aún si cabe, es el balance de
los efectos de esa
tormenta tropical, que ha arrasado todo lo poco que esas gentes tenían.
Este es el comienzo -dicen los expertos- del fin. La
naturaleza se ha revelado
contra los abusos cometidos por los países más
industrializados y
son los menos privilegiados -esos que no se benefician
del progreso- los
primeros en pagar las consecuencias. ¡Tremenda
injusticia!
Evidentemente, es en
estos momentos cuando todos desearíamos ver como esas grandes
empresas y bancos, que llaman solidaridad a sus operaciones especulativas
en esos u otros países, se desviven por ayudar económicamente,
pero desgraciadamente, las divisas obtenidas de presuntos fraudes a los
contribuyentes tienen otros fines, como son el sometimiento y compra de
gobiernos o la reinversión que genere nuevos presuntos fraudes.
¡Y es que ellos no hacen obras de caridad!, aun cuando éstas
sean deducibles de impuestos, como ya declaró en su día -en
una reunión de amigos - Villalonga.
En Latinoamérica
las cosas no van mucho mejor. Perú, Ecuador, Brasil,
Argentina o Chile,
asemejan una olla a presión que ya ha empezado a sacar vapor, peligrosamente,
por su válvula de escape. Este último, Chile, se debate y
divide entre los partidarios de un dictador que ha asombrado al mundo por
sus aberraciones y los defensores de los derechos humanos. ¡Terrible
que la mitad de un país tenga esas dudas!
Mientras tanto, el
juez Garzón lucha por el deber histórico de juzgar a
Pinochet, y el gobierno
español juega a la falsa diplomacia y demagogia más rastrera,
diciendo primero que no era de su competencia y afirmando su solidaridad
con nuestro juez, solo después de que el premier inglés
confesara a Aznar
en privado, que dudaba mucho que la Cámara de lo Lores fallara a
favor de la extradición. Como dice un prestigioso periodista y amigo
-Carlos Matías - en este caso se están olvidando premeditadamente
muchas cosas, entre ellas el hecho de que cuando Pinochet cometió
esos asesinatos no era todavía presidente de Chile, por tanto, no
puede asistirle ningún tipo de inmunidad.
Todas las instituciones
gubernamentales se apresuraron a salir del mutismo -cuando ya saben que
es casi imposible que Pinochet sea juzgado- y a mostrar su solidaridad
con la justicia social, incluso el defensor del pueblo, que aún
cuando tiene en su poder denuncias de los internautas contra el aumento
tarifario aprobado por Fomento en agosto, para empapelar todos sus despachos,
todavía no ha movido un dedo a favor de quienes dan sentido a su
institución y de la razón.
Mientras tanto Brasil,
uno de los países que firmó hace unos días el acuerdo
de paz entre Perú y Ecuador causado por un problema de límites
fronterizos -tratado que no es aceptado por la mayoría de ciudadanos
peruanos y ecuatorianos- se ha apresurado, sólo ocho día
después de la firma, a rubricar un contrato de venta de armas -fusiles
FAL y repuestos- para abastecer a los ejércitos peruano y ecuatoriano
por valor de dos millones de dólares. Industrias Bélicas
es una empresa vinculada al Ministerio brasileño del Ejercito, que
ya ha cerrado contratos de ventas de armas con Colombia, Venezuela y Bolivia
a quienes venderá sus fusiles FAL, de origen belga y producidos
en Brasil con autorización de los fabricantes.
EEUU, otro de los países
garantes de la paz, se ha apresurado a vender aviones de guerra. ¿Será
la manera de asegurarse de que el pueblo será aniquilado si osan
manifestar su disconformidad con respecto a este acuerdo de paz? ¡Posiblemente!
La inestabilidad está
servida, al igual que asegurada la represión por la fuerza de los
que quieran hacer valer sus derechos históricos. Fujimori y Mahuad,
mientras tanto, no han perdido tiempo en comunicar la suspensión
de la compra de estos arsenales y su intención de invertir ese
dinero en abolir la
pobreza y en educación y sanidad. Pero ¿quién se va
a creer esto?
La sensación
de derrota es la percepción del ciudadano peruano con respecto al
tratado de paz. Nadie se cree que este conflicto haya terminado y mucho
menos los respectivos gobiernos, como han demostrado con su apresurada
carrera armamentística. El pueblo peruano está viviendo un
momento extremadamente crítico. A la presunta enfermedad de Fujimori,
las potenciales como históricas asechanzas de Chile que le obliga
a permanecer en estado de alerta, el conflicto interminable con Ecuador
-segunda patria de Pinochet– y su condición de país pobre
por excelencia -aunque rico recursos naturales- ha venido a sumarse la
invasión especulativa de empresas como Telefónica y ciertos
bancos españoles que, aprovechándose de unos lazos que mejor
no recordar y de la necesidad de este país, como otros, de solidaridad
que promueva su desarrollo social, han destruido la confianza hacia todo
lo español y la posibilidad de un resurgimiento del país
como independiente, democrático y profundamente autóctono.
Los abusos de Telefónica
del Perú hacia sus clientes rozan la esclavitud con respecto a los
trabajadores contratados y el absolutismo más acérrimo para
con los usuarios. Telefónica se ha visto obligada a cortar 198.000
líneas por impago de los clientes en el tercer trimestre. ¡Y
es que ahí se ha equivocado! No se puede robar a quién no
tiene recursos.
¿Deberán
tomar los peruanos las mismas medidas por las que en su día
optaron los mejicanos
con respecto a VISA?. Recordemos que esta entidad repartió a diestra
y siniestra tarjetas a todos los ciudadanos de Méjico, hasta que
la deuda de este país con VISA fue insostenible. Llegado ese punto,
los ciudadanos quemaron sus tarjetas en montones que hicieron en las diferentes
plazas públicas de sus localidades.
¿Llegarán
los clientes de Telefónica del Perú a hacer lo mismo con
sus
teléfonos?.
Podría ser llegado el caso. Ante todo porque las necesidades
primarias de ese país,
distan un trecho de la de endeudarse con respecto a una empresa que les
ofrece hablar a un precio más que abusivo.
La situación
en la que está sumida Latinoamérica está necesitada
de verdadera solidaridad. Inversiones claras que ofrezcan puestos de trabajo
dignos y que ayuden a sacar a estos países de la miseria y a conseguir
la dignidad humana, así como la democracia, es lo que clama la justicia
social y lo que en cierto modo les debemos históricamente. Los especuladores
tienen un futuro demasiado limitado allí como para que cualquier
pequeño o mediano inversor, pueda confiar en ellos y en sus incursiones
en Latinoamérica. A no ser que éste esté sumido en
la más profunda desinformación. Arma de oro de los abusadores. |