El
Universal, Caracas, 21-6-98
¡Arde
París, Caracas y el mundo!
Carlos
Dorado
¿Quién
no ha leído a Dominique Lapierre y Larry Colins con: Esta noche
la libertad, y Arde París? Qué bellas novelas, que hoy vienen
a mi recuerdo con el inicio del evento deportivo más popular del
mundo: El Mundial de Fútbol, el cual genera los sentimientos de
alegría, rabia, tristeza en miles de millones de seres humanos alrededor
del planeta. Cómo disfruto cuando observo a mi hijo Mario llorar
cuando Italia (su favorito) empató con Chile, para transformarse
en una alegría sin límites cuando le propinó un 3
a 0 a Camerún. O mi hijo Carlos Eduardo, fanático de España,
que sufrió cuando perdió con Nigeria y empató con
Paraguay, y ve alejarse las posibilidades de pasar a la siguiente ronda.
Ellos, al lgual que millones de personas están demasiado entretenidos
en la emoción del juego, como para preocuparse de los billones que
se mueven alrededor de una pasión.
Francia gasto $ 1.500
millones para reconstruir estadios, para un evento que es visto por 37.000
millones de personas (acumulativo), el cual le creará un déficit
de más de $ 1.000 millones, para satisfacer los deseos de un 'dictador
del fútbol' desde 1974 (así fue calificado públicamente
el ex presidente de la FIFA Joao Havelange), al cual se le cuestiona el
haber vendido los derechos de televisión a sus amigos personales
de Televisa en 1986, en apenas $ 33 millones, y los de Francia en el año
1988 (con 10 años de anticipación) en $ 90 millones, cuano
se estima que pudiesen estar cerca de los $ 1.000 millones, y siempre a
través de la agencia ISL, propiedad de su asesor y amigo Jean-Marie
Weber, aparte de otros muchos negocios.
En las recientes elecciones,
uno de los candidatos Johansson amenazó con revisar todas las finanzas
durante la época del dictador, mientras su contrincante Blatter,
ex secretario general de Havelange desde 1981, prometía continuidad
y fidelidad. ¡Ardía París! Eran las elecciones para
presidente de la FIFA el 9 de junio, y ganó Blatter. El show continuaba.
Mientras las finanzas
personales del clan FIFA parece que mejorarán aún más
con el tiempo, las de los equipos empeora, llevando a la mayoría
de los clubes europeos a un estado de semiquiebra, a la liga americana
a perder $ 40 millones en dos temporadas, y a los latinoamericanos a vender
sus estrellas para poder subsistir. La fiebre del fútbol se desata,
¡Arde París!, ¿y quién ganará? No importa,
el show continuará.
¡Arde Caracas!
Y cuando todos pensábamos
que la fiebre del fútbol mantendría los mercados en un estado
de semioperatividad, resulta que el BCV agarró al sistema financiero
viendo el juego y está amenanzando con expulsar a unos cuantos del
campeonato, al igual que en París, esta semana ¡ardió
Caracas! en los mercados financieros.
Hagámosla simple
para que se entienda. Teniendo el mercado bursátil una continua
caída en la semana antepasada donde el índice fue de 6.025,88
a 5.425,80, y viendo que el dólar el martes 9 de junio subió
0,30 bolívares, el miércoles 0,70, el jueves un bolívar
y el viernes otro bolívar, los bancos y el sistema financiero en
general salieron a comprar dólares ante las previsiones de que continuaría
subiendo, y venderlos después el miércoles o jueves de esta
semana con la correspondiente utilidad, para así poder comprar los
TEM, los cuales seguramente ante el incremento de la tasa cambiaria, se
pensaba que saldrían con un buen rendimiento.
La jugada perfecta,
en un Mundial lleno de emociones. Pero nos olvidamos del árbitro,
el BCV, que estaba viendo el jueguito (me imagino que los del Mundial también)
y llega el martes y anuncia el monto de la subasta: nada menos que de 240.000
millones. Todos salen a vender dólares, para comprar TEM. Pero la
subasta era tan grande que daba para que todos compraran, y por consiguiente
todos quisieran vender los dólares que habían adquirido la
semana antepasada. Ese día miércoles, el dólar baja
tímidamente 5 céntimos, el jueves 1,25; el viernes, día
de pagar los TEM al BCV nadie quería dólares, la cotización
era de 442,25, o sea, 1,45 bolívares menos que el día anterior,
pero nadie compraba dólares.
Ante esta situación
dramática de último minuto, donde nadie quería dólares,
y había que pagar los TEM al BCV en bolívares, empiezan todos
los bancos a pedirse prestado entre sí, pero todos querían
bolívares y nadie tenía bolívares, y así también,
la tasa overnight comenzó el martes al 40% (venía en niveles
del 15%), el miércoles al 70%, al día siguiente al 130% y
el viernes al 200%, siendo alta, pero ficticia, debido a que nadie tenía
bolívares para prestar. Se busca la alternativa de vender TEM en
el mercado secundario, pero tampoco se encontraban compradores, todos buscaban
bolívares.
¡Ardía
Caracas! Cuando todos pensábamos en la tranquilidad y el Mundial,
la situación era dramática, todo el sistema financiero perdiendo
chorros de dinero al tener que vender dólares por debajo del costo,
y pagar intereses del ciento y pico por ciento (los más afortunados),
mientras veían llegar el final (el viernes a la tarde) y sin encontrar
los bolívares para cubrir sus cuentas.
El BCV veía
el juego con calma, sin comprar dólares, ni recomprar los TEM, mientras
el contrario estaba perdiendo y en estado de desesperación. Al último
minuto decidió salvar a algunos (privilegiados) recomprándole
TEM, y se terminó el juego con el sistema financiero duramente golpeado
por falta de liquidez, con unas pérdidas grandiosas, la tasa del
overnight al 200% y sin encontrarse bolívares (ni importaba la tasa),
sin mercado secundario de TEM, y sin mercado de dólares.
El ganador: el BCV.
El perdedor: los participantes del sistema financiero.
El lunes el BCV tendrá
a todos a sus pies. Disparará (no compran ni dólares, ni
TEM) y saltarán por el aire unos cuantos bancos y casa de bolsas,
o serán piadosos con un sistema financiero frágil e ineficiente.
Ellos son los jueces, esperaremos su veredicto.
¡Arde el mundo!
Pero las llamas no
sólo están en París, o en Caracas, amenazan a todo
el mundo. Todo comenzó con la caída de los mercados asiáticos,
a mediados del año pasado, encontrándose en ese momento el
jen japonés a 115,80 Y/$, devaluándose continuamente hasta
llegar a niveles de 146,15 Y/$, imponiendo una fuerte presión en
las economías de sus vecinos, buscando desesperadamente ser más
competitivo a nivel mundial e incrementar sus exportaciones, con precios
más bajos, para así, intentar reactivar la economía,
que se encontraba y se encuentra en una profunda recesión.
Sus vecinos ante este
panorama amenazan con devaluar, aún más sus débiles
monedas, buscando sobrevivir. El mundo observa, hasta que la amenaza viene
de China y Hong Kong, los cuales dicen que si no se frena la devaluación
del yen, ellos también devaluarán en forma oficial.
Entra el miedo en Wall
Street, ante el temor de que una devaluación china termine en una
recesión mundial, haciendo bajar el índice industrial Dow
Jones el día lunes en 2,3% o sea 207,01 puntos, cerrando por debajo
de 8.700.
Ya nadie cree en el
paquete de $ 133.400 millones que los mandatarios nipones prometieron poner
en marcha en unos meses para reactivar la economía japonesa. Si
no se paraba la caída del yen, la baja experimentada ese día
por todas las bolsas del mundo podría llevar a la catástrofe.
Desde los asiáticos que cayeron en picada, las europeas entre un
2 y un 3%, pasando por las latinas y los mercados del Este, como Rusia
que el lunes perdió 7,3% todas bajaron.
Estados Unidos ante
el posible desastre asoma la posibilidad de ayudar el yen, y logra tímidamente
el día martes mantener los mercados, y es el día miércoles
que decide comprar $ 6.000 millones de yenes, para llevarlo de 143 a 136,66
Y/$. La respuesta en el mercado bursátil, no se hizo esperar y el
nikei subía el 4,4%, las bolsas asiáticas subían,
y el Dow Jones experimentaba una subida de 164,17 puntos.
Pero, una vez pasada
la euforia de la intervención, vuelve el jueves a devaluarse tímidamente
el yen, para terminar la semana en 137,08 y el Dow en niveles por debajo
de los 8.800 puntos.
El momento de la verdad
parece estar llegando. El Gobierno japonés pierde credibilidad con
sus promesas de reformas y está en las manos de Estados Unidos,
que debe estar dispuesto a intervenir comprando yenes, o correr el riesgo
de una recesión mundial, que los arrastraría a ellos también.
¡Arde el mundo! El juego comenzó el año pasado y parece
llegar a su fin con los mundiales.
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