Comentario
¿Quién
te va a creer, baturro?
por
Pedro Flecha
Asediado el gobierno peruano
por el fracaso del proyecto del gas de
Camisea, con
un proceso electoral ad portas, con un Niño que tuvo
un costo de 1,800 millones de dólares en el 97-98 y otro que se
viene en el 98-99.
Con inversiones
mineras fantasiosas , que no van a venir, porque las propiedades son
inseguras como consecuencia de especulaciones por parte de los intereses
de siempre, porque los precios son bajos y hay una balanza que provoca
soponcios, jaquecas y mareos...
Con el fracaso de la
estratégica posibilidad de una "guerrita" que surgiera como alternativa
a la creciente impopularidad política, que la sabia naturaleza frustró
en Ecuador con el terremoto de 7 grados hace pocos días...
Con una opinión
pública que no piensa lo bien que estábamos cuando estábamos
mal y que podría acoger con simpatía una propuesta de
re-nacionalización de los servicios entregados en privatizaciones
castrantes, así como vería conveniente un retorno a los fundamentos
de reciprocidad social tan permanentemente inscritos en la savia genética
y cultural de los peruanos.
Con una conciencia
popular común que los servicios elementales (luz, agua, transporte,
comunicación, educación...) de este país son patrimonio
de una nación y deber mínimo y, por lo tanto, gratuito de
un estado para con sus ciudadanos...
En este escenario el
régimen actual quiere pescar una tabla de salvación circense
y procura la inyección de capitales de redituación rápida
a través de un nuevo capítulo de la tragedia novelesca que
es la historia actual de Latinoamérica y que en Perú se ha
bautizado como: "El fin del monopolio de Telefonica".
Los rostros maquillados
del salvaje neo-imperialismo actual, reedición del de los Morgan,
Teddy Roosevelt y Carnegie; han encontrado que es más fácil
usar como cabecera de playa (MCI y Telefónica en Brasil), en nuestro
continente, a sus codiciosos y elementales símiles del corporativismo
falangista gobernante en esa discreta y cultural e históricamente
prescindible península del continente asiático, llamada ibérica
o la España actual. Si a ello unen la imagen de los proponentes
de las supuestas virtudes de los sistemas neo-confusionistas de los ahora,
raídos y pulguientos tigres asiáticos; logran configurar
complejos transnacionales híbridos, que camuflados como super-geishas
económicas, y coimeando a diestra y siniestra (cosa que no podrían
hacer en los Estados Unidos) penetran de mejor y más sólida
manera en nuestros países, para, otra vez, robarnos.
Como todo esquema bárbaro,
éste es de poca duración y consistencia porque carece de
experiencia y tiende a subvalorar a los nacionales ¿No están
ahí los casos de Viet Nam, China y esa Grenada que aplaude a Castro?
Nunca lo entenderán...tampoco es de ninguna importancia.
No toman en cuenta
que los pobladores de este continente, en todas las épocas, sea
cual hubiere sido su origen; cuando llegaron, lo hicieron para quedarse.
Por ello quemaron sus naves y son ahora, andinos, amazónicos, llaneros,
pamperos y patagónicos. Son naciones; a veces sin saberlo, que no
tienen necesidad de dioses, complejos ni herencias, ya que los fundamentos
de la especie humana siempre estuvieron, están y estarán
permanentemente inscritos en la naturaleza y testimonios que las circundan.
Las propuestas culturales
insuficientes de los últimos 500 años han fracasado y nos
han traído infelicidad. Con ellas también llegaron las deslealtades
y traiciones por parte de los que fueron acogidos cuando huían del
hambre o la persecución, pero que no rindieron sus costumbres y
cultura a los andes, la floresta o el desierto. Son los mismos extranjeros
y lacayos que hoy quieren ahogarnos con palabrejas como "globalización"
y sistema internacional.
En una humanidad que
intuitiva e indeteniblemente está renaciendo en estos lares a partir
de sus propios fundamentos
para refundar nuevamente la especie; esas iniciativas desleales y proditoras
no tienen espacio ni lugar.
Dado que ha llegado
el tiempo y el momento no cometamos el error de tolerar lo impuro, lo mediocre,
lo cobarde y la traición, ya que no somos, no tenemos porqué
ser, ni queremos, ni debemos ser colonia religiosa, política, económica
o mental de nadie.
El recuerdo de Atawallpa,
el gran e inocente embaucado, aquél que creyó que los baturros
tenían palabra y que fue ejecutado porque le ganó en ajedrez
a Pizarro "el carnicero"; sin lugar a dudas, está furiosamente pateando
desde su tumba centenaria... sabiendo que otra vez, todo este circo, no
es otra cosa que la misma bazofia hedionda pero con otras moscas alrededor!
¿No le dará
acaso históricas ganas de enviarlos, con sus juristas, chorizos
y sushis, de vuelta al mar? (*)
(*)
¿Taki Onkoy?
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