En
España:
Telefónica
sale mal parada en el Senado
por
Gema Castellano
El 19 se celebró
la sesión monográfica en el Senado sobre la tarifa plana.
¡Todos, absolutamente todos los ponentes, partidos políticos,
Asociación de Internautas -que nadie la confunda con la AUI-, y
medios de comunicación, arremetieron contra Telefónica, personalizada
en Fernández Vidal, que según cuentan las crónicas
entro y salió del recinto de puntillas y pasó el mal trago
como pudo. ¡Favores varios deberá recibir de Villalonga, que
le hagan olvidar tanto vapuleo!, que para eso el magnate es amigo de sus
amigos. ¡Y si no, que se lo pregunten a Aznar!
Dijo el buen señor
-sin salirse del guión aprendido cual lista de los reyes godos-
lo de siempre. Es decir: ¡eso que nadie se cree!, porque no hay
mayor desgracia que
decir una estupidez con torpeza. Y, debido -nunca me cansaré de
decir -, al desconocimiento de Internet y al menosprecio
del usuario de los
que Telefónica dan buena fe, estupideces han dicho muchas y de torpeza
van bien servidos. ¡Con lo fácil que hubiera sido aplicar
una tarifa plana y seguir robando! Nadie se hubiera planteado nada sobre
Telefónica. ¡Pero la avaricia rompe el saco! Y las ansias
de ganar dinero rápido y fácil, les hace cometer error tras
error.
Pocos medios de comunicación
asistieron al acto -seamos realistas ya que la situación lo impone-,
lo que demuestra hasta que punto las adquisiciones -bien sea directa o
indirectamente- de medios por la todopoderosa son fructíferas, y
no es de extrañar que los que lo hicieron, salieran del recinto
bajo los efectos de una especie de borrachera eufórica, provocada
por la unanimidad política de adhesión al internauta. Pero
poco ha cambiado.
Seguimos teniendo una
tarifa plana aprobada por el Congreso de los diputados y ahora corroborada
por el Senado, un monopolio del que ya dije en una ocasión: "no
esperemos nada que no sea arrancado por la fuerza de la razón y
la justicia social" y unas tarifas abusivas que seguimos y seguiremos pagando
si no lo remediamos.
¡Y es que el
problema de fondo sigue ahí!. Y como pasa siempre, si no se ataja
éste, mal podremos llegar a una solución. Es el efecto de
esa
situación mal
resuelta, que aflora y aflora en todos los momentos de nuestra vida, haciendo
que todo lo demás sea imperfecto.
Los políticos
han tildado de insensible a Telefónica. ¿Y qué esperaban?
¿O se creen que es la reencarnación de la Madre Teresa de
Calcuta? El monopolio -lo dejó bien claro Villalonga en una conversación
privada- está aquí para ganar dinero, no para hacer obras
de caridad. Aunque para eso tenga que utilizar la sensiblería propagandística
llamada publicidad, -presuntamente engañosa- de cara al cliente.
El problema sigue siendo el mismo y nadie se ha atrevido a afrontarlo.
Ni en el Congreso, ni en el Senado.
El handicap que nos
persigue y nos acompañará, porque prefieren el "mejor no
meneallo", es que el gobierno cedió a Telefónica una infraestructura
que no le corresponde, -por pertenecer a todos los españoles - y
sin la cual jamás será posible la verdadera liberalización
de las telecomunicaciones.
El problema es que
Villalonga y Aznar, compañeros de colegio y amigos desde la infancia,
firmaron un acuerdo tácito de hoy te doy yo, mañana me das
tu, de consecuencias nefastas para el contribuyente y para el desarrollo
económico, social y tecnológico del país.
El error es que el
gobierno no creó una empresa paralela que administrara esta infraestructura
y que garantizara que todas las empresas que lo desearan pudieran entrar
a competir en España.
Ahora, los políticos,
en vez de intentar recuperar esta infraestructura y reorganizar el tema
de las telecomunicaciones -cambiando, si hace falta la ley de telecomunicaciones
que está pensada pura y exclusivamente para el monopolio porque
no había nadie más- apelan a la sensibilidad de
Telefónica.
¿La sensibilidad de Telefónica?
Mientras se celebraba
la sesión del Senado, no pude asistir por motivos personales, yo
leía mi coreo electrónico y en especial un e-mail. Iván
es una persona sorda que ha encontrado en Internet una manera de comunicarse
sin que su minusvalía se convierta en un handicap. Tiene 19
años y estudia,
se informa y se divierte en la red. Sus relaciones sociales se han ampliado
de una manera considerable y me confiesa que es feliz.
Su escritura y forma
de expresarse son casi correctas, aunque se pasa el tiempo disculpándose.
Con orgullo me cuenta que el escribir en chats,
donde tiene un montón
de amigos, le ha ayudado a expresarse mejor. Vive con su abuela, quien
le cedió la línea telefónica para que pudiera conectarse,
pero ahora no puede asumir el gasto.
Iván, mejor
dicho la titular del teléfono, recibió una carta propagandística
de Telefónica fechada el 21 de septiembre, que seguramente han recibido
todos los usuarios del teléfono menos yo -debieron pensar que conmigo
mejor se ahorraban el papel- y que comienza diciendo :¿Es el teléfono
tan caro como dicen? ¿Puede ahorrar llamando a través de
otra compañía? ¿Qué otros servicios ofrece
Telefónica?
Esta carta firmada
por el señor Muñagorri, subdirector general comercial, no
deja de ser curiosa, porque tras leer una serie de datos tergiversados
y que te obligan a hacer miles de cuentas para llegar a la conclusión
de que no son ciertos, te insta, casi te obliga, a admitir los servicios.
Iván es sordo,
que no tiene nada que ver con ser tonto, por lo que envió un e-mail
al 1004 exponiendo sus problemas, e increpándoles por la
presunta falta de
veracidad de su contenido. También exigía en esa carta que
se le diera la oportunidad de que fuera leída por Villalonga.
Doy fe de la carta
que Iván envió, ya que está en mis manos. Es una carta
llena de sentimiento en la que expone sus problemas y lo que piensa de
la
compañía.
Y, sobretodo, pide soluciones que se resumen en una tarifa plana que le
permita seguir siendo una persona normal. Como respuesta ha obtenido un
e-mail, firmado por el señor 1004, donde únicamente se le
piden sus datos personales.
Iván me confiesa
que debido a su minusvalía y a la situación de indefensión
que ésta le provoca, no se atreve a dar sus datos personales a nadie,
reacción fácilmente entendible. Lo mismo que no se atrevió
a protestar cuando le cobraron 400 pesetas por una hora y veinte minutos
de conexión. Y me pregunta: ¿qué culpa tengo yo de
nada? ¿porqué tengo que dejar de conectar? Y termina diciéndome:
¡contéstame Gema!
El daño que
este monopolio está haciendo a toda la sociedad sin excepciones
es tremendo. Pero este tipo de abusos lo son más cuando se
materializan en personas
con un alto grado de indefensión. Aunque ¿quién no
está indefenso ante Telefónica? En esto Iván no se
diferencia al resto de los contribuyentes. Si él me lo permite,
bromearé diciéndole que por lo menos no debe escuchar el
sensiblero e incoherente ataque publicitario del que estamos siendo víctimas
estas últimas semanas.
¿Apelar a la
sensibilidad de Telefónica? Solamente un político puede decir
eso! ¡Y que me perdonen!, pero ellos están acostumbrados a
decir
cosas que no sienten
y que, a veces, ni siquiera piensan.
El 1 de diciembre terminará
el espectáculo. Poco podremos hacer a partir de ese día en
el que el gobierno ya no tendrá competencia sobre la
operadora.
¿Demagogia por
parte del ejecutivo?. Ojalá me equivoque. Pero por el momento debo
pensar que sí. ¡Pura y dura demagogia! y además de
mal
gusto.
Solo hay una forma
de que dejemos de pensar esto. Y es a cambio de que el gobierno asuma su
responsabilidad y rectifique su error. O al menos lo enmiende. |